EL DUENDE. Un cuento del Pueblo Montubio del Ecuador

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En esta nueva entrega, dentro la serie de cuentos y leyendas que tiene el propósito de dar a conocer la tradición oral de los pueblos y nacionalidades del Ecuador, les traemos un cuento del Pueblo Montubio.
Este pueblo habita en las zonas rurales de las provincias costeras del Ecuador, sobre todo en Guayas, Manabí, Los Ríos y El Oro

"El duende", cuento narrado por Rubén Darío Montero Loor (1955). Manabita que ha dedicado gran parte de su vida a recoger y publicar historias y leyendas de la provincia de Manabí ("Cien leyendas y cuentos de la campiña manabita" 2013), relata la historia de uno de los personajes más recurrentes dentro de las historias y leyendas de la tradición oral, no solo de esa provincia, sino de muchos pueblos del mundo.

En esta versión, el duende no llega a personificar exactamente "el mal", sino más bien es parte de un intento por recuperar un pasado lejano, perdido. Un tiempo cuando incluso la geografía en donde se desarrolla la historia, era diferente. El duende se ubica como parte de ese pasado -que según la narración- fue mejor.

A continuación la transcripción de este cuento:

¡Quisiera que "naide" me corrija lo que le voy a contar!
¡Peor va a ser si me muero, y no lo alcanzo a narrar!

Es que atrás tiempo, era difícil el hablar
¡Caro pagarías si te ibas a equivocar!

¡Óigame! Sea como sea, los tiempos idos eran los mejores.
En esos tiempos, tu tomabas agua del río o de un estero y te sabía a caramelo.
Pero para cada quesero, lave su propio queso rancio,
y yo a contarle, lo que a mi hermano y a mi nos pasó:

Desde muy pelados, mi hermano y yo ya trabajábamos al destajo.
Por cien chías para comida de caballo, nos daban 10 centavos.
Lo bueno es que cerca del río había por montones que brillaban como melones.
Lo malo es que teníamos que pasar por una entrada con cinco cañas.

Era una tranca -como se decía en esos tiempos- atravesadas.
¡No tenían por dónde moverse las condenadas!
Pero cuando uno se acercaba, ¡enseguida sentíamos que alguien las meneaba!.
Como siempre andábamos mi hermano y yo, de que nos muevan la tranca,
no nos preocupaba, sino de los niños vestidos de rojo 
que con una pequeña pava1, en el bajo abundaban
y con ellos, nosotros, chía recolectábamos.

Miedo no nos daba y su cara no se la dejaban ver
porque ellos con la pava1, su cara la tapaban.
Pero preferíamos emprender la retirada.

Esto casi nunca pasaba, es que nosotros buscábamos chía
desde el sitio El Limón, hasta El Naranjo.
Pero el tiempo pasó, y a los duendes de rojo nunca más se los vio.
¡¿Qué habrá pasado?! ¿Por qué no se dejaron ver?

1Pava: es el nombre genérico que recibe el sombrero montubio.

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